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viernes, 1 de abril de 2011

La alianza de Pancho Villa y Emiliano Zapata


Introducción.-
Las grandes batallas de la División del Norte, que en realidad era un Cuerpo de ejército, fueron las que mas daño hicieron al ejército federal de Victoriano Huerta. Las victorias de Villa, aunadas a las batallas del Cuerpo de Ejército del noroeste, comandado por el Gral. Álvaro Obregón y su Jefe de la División de Caballería, Gral. Lucio Blanco, así como las batallas ganadas por el Cuerpo de Ejército del noreste, al mando del Gral. Pablo González, y los logros militares del Ejército libertador del sur, al mando del Gral. Emiliano Zapata, desquebrajaron al ejército huertista, por lo que Victoriano Huerta tuvo que renunciar y huir del país el 15 de julio de 1914.
El 13 de agosto se firmaron los tratados de Teoloyucan, mediante los cuales el ejército Federal se rindió incondicionalmente y el Presidente provisional Francisco Carvajal renunció a su puesto.
El 20 de agosto, el Primer Jefe Venustiano Carranza hizo su entrada triunfal a la Ciudad de México, acompañado por las tropas de los Cuerpos de Ejército del noreste y del noroeste, sin que se invitara ni a las tropas del Gral. Francisco Villa ni a las tropas del Gral. Emiliano Zapata. Don Venustiano Carranza asumió el Poder ejecutivo, de acuerdo a lo estipulado en el Plan de Guadalupe.

I).- La soberana Convención de Aguascalientes.-

El primero de octubre se convocó a una Convención de Generales afines a Carranza, en la Cd. de México -en la que no estuvieron representados todos los Generales con mando de tropas en el país-, la cual ratifica a Venustiano Carranza como encargado del Poder ejecutivo. Los militares que no estuvieron presentes, desconocieron esos acuerdos y pidieron se trasladara la Convención a un lugar neutral, por lo que se tomó la determinación de trasladar la Convención a la Cd. de Aguascalientes, en el centro geográfico de la República, el 10 de octubre.
En Aguascalientes se eligió Presidente de la Convención al Gral. Antonio I. Villarreal y se juró respetar los acuerdos. Debido a que no había delegados del Ejército Zapatista, se nombró una comisión para que fuera a Cuernavaca a invitarlos. Al llegar la delegación Zapatista se declaró Soberana a la Convención de Aguascalientes y eligieron como Presidente provisional al Gral. Eulalio Gutiérrez, quién tendría la principal encomienda de convocar a elecciones para elegir Presidente Constitucional de la República.
Don Venustiano Carranza salió de la Cd. de México; pasando por Tlaxcala, Puebla y Orizaba, llegó a Córdoba, Veracruz, en donde recibió la comisión que le notificó los acuerdos de la Soberana Convención. Carranza desconoció dichos acuerdos y se retiró al Puerto de Veracruz, en donde estableció su Gobierno “constitucionalista”, por lo cual fue declarado rebelde por la Soberana Convención. El Gral. Eulalio Gutiérrez exclamó: “estos que ahora se están rajando, se parecen a los jugadores fulleros. Si hubiera sido ratificada la elección de Carranza... muy contento; pero no habiendo salido su carta, dicen muy orondos ‘siempre no jugué’ y extienden el brazo para retirar su apuesta...”
Como consecuencia de la rebeldía de los carrancistas, el Presidente provisional Eulalio Gutiérrez nombró al Gral. Francisco Villa, Jefe de las Operaciones y comandante de todos los ejércitos Convencionistas, que sumaban alrededor de 50 mil hombres, porque al reagruparse muchos generales “constitucionalistas” decidieron apoyar la Soberana Convención de Aguascalientes. Las tropas Convencionistas iniciaron la marcha hacía la capital de la República; fueron combatiendo para tomar las posiciones que los carrancistas del Gral. Pablo González abandonaba, teniendo estos una desastrosa retirada hacia Veracruz, que ya había sido evacuada por los norteamericanos. El Gral. Lucio Blanco quedó en posesión de la Cd. de México, apoyando a los Convencionistas. Las tropas Zapatistas entraron pacíficamente a la capital a partir del 26 de noviembre, mientras el resto de los Convencionistas llegaron los últimos días de noviembre.
Los Geniales Villa y Zapata habían tenido comunicación epistolar y tenían mutuas simpatías, pero no se habían conocido personalmente, por lo que se planeó una reunión de ambos en Xochimilco, el día 4 de diciembre.

II).- La entrevista Villa – Zapata

Villa y Zapata se encontraron en Xochimilco, suburbio de la Cd. de México, al mediodía del 4 de diciembre y se dieron un abrazo, con el cual simbolizaban la alianza de los revolucionarios del Norte con los del Sur, porque ambos representaban genuinamente al pueblo, como caudillos netamente populares. Mientras que Villa representaba la fuerza física para hacer valer los postulados del Maderismo, Zapata representaba el ideal social y el simbolismo de la Revolución.

Se trasladaron a la escuela del pueblo y fueron recibidos por niños y niñas con flores. Pasaron a una gran mesa en donde los acompañaron varias personas, entre otros el Gral. Eufemio Zapata, el Cor. Palafox, secretario de Emiliano Zapata, y el Gral. Roque González Garza, cuyo secretario Gonzalo Atayde tomó unos apuntes en taquigrafía, de los comentarios que allí se dijeron, en una plática informal que duró más de una hora. Zapata ofreció a Villa una copa de Coñac, que fue rechazada por Villa, por ser abstemio, sin embargo recapacitó y brindó con Zapata “por el gusto de conocerlo”; el licor causó tal reacción y carraspera a Villa, que tuvieron que traerle un vaso con agua. Los comentarios, al principio parcos, se hicieron más fluidos, de los cuales destacamos los siguientes:
Francisco Villa: “Siempre estuve con la preocupación de que se fueran a quedar olvidados (los zapatistas), pues ya tenía empeño en que entraran en esta Revolución. Como Carranza es un hombre tan, así tan descarado, comprendí que venían haciendo el control de la República, y yo, nomás esperando...”
Emiliano Zapata: “Ya han dicho a usted todos los compañeros: siempre lo dije, les dije lo mismo, ese Carranza es un caballa.”
F.V.- “Son hombres que han dormido en almohadas blanditas. Donde van a ser amigos del pueblo que toda la vida se la ha pasado de puro sufrimiento.
E.Z.- “Al contrario, han estado acostumbrados a ser el azote del pueblo.
F.V.- “Con esos hombres no hubiéramos tenido progreso ni bienestar, ni reparto de tierras, sino una tiranía en el país. Porque, usted sabe, cuando hay inteligencia, y se llega a una tiranía, y si es inteligente la tiranía, pues tiene que dominar. Pero la tiranía de esos hombres era una tiranía taruga y eso sería la muerte para el país.
Carranza es una figura que yo no sé de donde salió para convertir a la República en una anarquía.
Palafox.- “Lo que hicieron en la ciudad de México no tiene precedente, si hubieran entrado los bárbaros lo hubieran hecho mejor que ellos.
F.V.- “Es una barbaridad.
E.Z.- “En cada pueblo que pasan...
F.V.- “Sí, hacen destrozo y medio. No había otro modo para que se desprestigiaran, para que se dieran a conocer. Tenían algo de prestigio, pero ahora...Estos hombres no tienen sentimientos de patria.”...
Los caudillos Villa y Zapata continuaron conversando y después se trasladaron a un salón privado en donde no se oía la música ni el barullo de la gente; solamente los acompaño el Coronel Palafox y no se sabe con certeza lo que allí trataron, pero se infiere por el proceder y por algunos comentarios de ambos en los días siguientes.
De acuerdo a una versión oral del Gral. Roque González Garza y otros personajes que estuvieron muy cerca de los Caudillos, Villa y Zapata celebraron alianza formal entre la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur; división militar del territorio de la República: de la Cd. de México hacia el Norte sería territorio controlado por Villa y sus tropas y de la Capital hacia el Sur, incluido Puebla, sería territorio controlado por Zapata; aceptación del Plan de Ayala, excepto los ataques a Madero, en lo referente a la repartición de tierras; Villa tendría el compromiso de procurar material de Guerra a Zapata. Además se comprometieron a apoyar la elección de un civil identificado con la Revolución, para que ocupara la Presidencia de la República.
Después pasaron a disfrutar un banquete netamente mexicano; al terminar un orador les dio la bienvenida, para dar pasó a varios discursos entre los que destacan lo dicho por el Gral Francisco Villa, el periodista Paulino Martínez, el Lic. Soto y Gama y finalizó el Gral. Roque González Garza.

III).- Villa y Zapata cabalgan juntos
El día 6 de diciembre los ejércitos Convencionistas, que se encontraban en el valle de México, sumaban aproximadamente treinta mil hombres, realizaron un desfile triunfal en la capital de la República, encabezados por Francisco Villa, Emiliano Zapata, Juan G. Cabral, Lucio Blanco, Rafael Buelna, Tomás Urbina, Felipe Ángeles y otros connotados revolucionarios que apoyaban al gobierno emanado de la Soberana Convención de Aguascalientes. Marcharon por el Paseo de la Reforma, avenida Juárez y la calle Plateros -misma a la que Villa cambiaría de nombre días después, para llamarle Av. Francisco I. Madero-, que desemboca en la gran Plaza llamado Zócalo y de allí llegar a Palacio Nacional, en cuyo balcón principal se encontraba el Presidente provisional, Gral. Eulalio Gutiérrez presenciando el imponente desfile que se significó por su excelente organización, espíritu marcial y demostración de poder y fuerza. En Palacio Nacional desmontaron los principales jefes para pasar a presenciar el desfile y después asistir al banquete ofrecido por el Presidente Eulalio Gutiérrez allí mismo. El desfile fue muy largo y tuvo una duración de ocho horas.
Cuando los Generales Villa y Zapata entraron a los salones de la Presidencia, Zapata le dijo a Villa que le permitiera quemar la silla Presidencial a lo que Villa preguntó extrañado que cuales eran sus motivos. Zapata contestó: “Gral. Villa mi gente piensa que esa silla está ‘embrujada’, porque los políticos cuando son candidatos ofrecen muchas cosas y tan pronto se sientan en ella, se les olvida todo lo que prometieron.
Por eso les ofrecí quemarla en cuanto estuviéramos en Palacio Nacional”. Villa para demostrar que no había tal ‘embrujo’ se sentó en ella, dándoles gusto a varios fotógrafos para que inmortalizaran ese momento, ahora ampliamente conocido. Los enemigos de Villa dicen que se quería apoderar de la Silla  –entiéndase la Presidencia de la República-, pero Villa estaba consciente de sus limitaciones y exclamó: “yo no necesito puestos públicos porque no los sé ‘lidiar’.” Pareciera ser que la codiciada silla si estuviera ‘embrujada’, porque la buena estrella de Villa llegó a su máximo nivel aquél memorable día y de allí empezó a declinar. Zapata y su gente “por si las dudas’ quemaron la susodicha silla en el patio central de Palacio Nacional. La silla que se encuentra en el Museo Nacional de Historia en Chapultepec es una réplica de aquella silla con sortilegio.

En el banquete ofrecido por el Presidente Gutiérrez, ofreció un asiento a Emiliano Zapata a su izquierda y a Francisco Villa a su derecha. A la derecha del Gral. Villa se sentó el Lic. José Vasconcelos. Después del banquete Villa y Zapata se concentraron en sus respectivos cuarteles.
El Gral. Felipe Ángeles aconsejó a Villa que el ejército Convencionista debería continuar su marcha hacia el puerto de Veracruz, para consumar el triunfo sobre los carrancistas, pero Villa no hizo caso de esa buena recomendación militar, argumentando que los zapatistas se encargarían de contener a los carrancistas en Puebla, lo cual no sucedió. Villa se sobrestimó porque “el poder enferma” y pensó que fácilmente derrotaría a los carrancistas, pero mientras éstos se preparaban y fortalecían en el puerto de Veracruz, Villa se dedicó a celebrar su triunfo en la Cd. de México, descuidándose de las cuestiones militares.
El Presidente Eulalio Gutiérrez no pudo contener las actitudes y procedimientos de Villa ni de Zapata, por lo cual decidió salir de la Cd. de México el 16 de enero de 1915, acompañado por las tropas de Lucio Blanco, Eugenio Aguirre Benavides, José Isabel Robles y otros jefes que lo apoyaban, pero su campaña fue un fracaso rotundo. Con esa postura del Gral. Gutiérrez se diezmó la Convención de Aguascalientes, quedando acéfala, por lo que se nombró al Gral. Roque González Garza como Presidente provisional.

Aunque tuvieron varias victorias a fines de 1914 y en las primeras semanas de 1915, solo seis meses fueron suficientes para que el poderoso ejército convencionista fuera derrotado en varios frentes, porque Villa fraccionó su ejército y en lugar de fortalecerse en una o dos posiciones, se debilitó peleando simultáneamente en varios sitios.
Ni siguió sus propias tácticas, que tan buenos resultados le habían dado en la lucha contra los huertistas, consistentes en concentrar el mayor número de tropas, para ir arrollando en los diferentes puntos en donde tenían resistencia; ni escuchó los consejos del Gral. Felipe Ángeles que le decía que se fortalecieran en Torreón y Chihuahua y allí esperaran, bien atrincherados, los ataques de los carrancistas comandados por Álvaro Obregón, que estaría muy alejado de su base de aprovisionamiento que era el puerto de Veracruz.
Los zapatistas se concretaron a realizar una guerra de guerrillas, circunscrita al estado de Morelos y sur del Distrito Federal, que en muy poco ayudaban a la lucha que tenían los villistas en muchos lugares del territorio nacional.
Villa y Zapata no se volvieron a ver jamás en este mundo, la leyenda dice que ahora cabalgan juntos hasta la eternidad. Han pasado 95 años desde aquel día histórico en que se reunieron por primera vez.

En ese mes de diciembre de 1914 Francisco Villa y Emiliano Zapata pisaron los umbrales del triunfo total, pero no lo pudieron alcanzar plenamente por las circunstancias, sin embargo entraron a la Gloria reservada para los seres extraordinarios de México, llamados héroes mexicanos. Además conquistaron el amplio y pintoresco ámbito de la Leyenda Nacional y en ella vivirán por siempre y para siempre.

¡Viva Villa!
Viva Zapata!

Ing. Clemente Rendón de la Garza
Cronista Municipal de Matamoros, Tamaulipas.

Zapata y Villa en la silla presidencial.

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